Ana Moro: ´Hay superdotados que son fontaneros´
La presidenta de la Asociación de Padres de Ayuda a Niños Superdotados de la Provincia de Santa Cruz de Tenerife (Aspans) Calcula que en Canarias hay tantas mentes con altas capacidades como con deficiencias.
LAURA DOCAMPO
SANTA CRUZ DE TENERIFE Ana Moro comenzó a trabajar para ayudar a los padres de niños con altas capacidades en 1996, cuando comprobó que su hijo, de 6 años, tenía una mente privilegiada. En ese entonces asegura que "era tabú hablar de superdotados". Desde 1998 preside la Asociación de Padres de Ayuda a Niños Superdotados (Aspans) de la provincia tinerfeña, que centra su actividad en el apoyo a los progenitores y en el desarrollo integral de los niños, tanto a nivel intelectual como afectivo y social. Tenían 200 familias asociadas, pero la suspensión de las subvenciones, hace tres años, ha obligado a cancelar todas sus actividades.
– ¿Está usted de acuerdo con que estos niños adelanten cursos?
– No, no creemos se tenga un efecto positivo. Al separar al niño de su grupo para integrarlo en otro de mayores se le pone una etiqueta que no todos son capaces de superar. Aunque tenga una capacidad intelectual superior, afectivamente está mucho más indefenso.
– ¿Cómo asimilan esos pequeños que son diferentes?
– Es difícil. En la asociación muchos padres nos contaban que sus hijos les prohibían terminantemente que fueran a hablar del tema al colegio por temor a la burla que podían sufrir por parte de los compañeros. Además, muchas veces los centros les ponían unos listones exagerados. El hecho de tener más capacidad no significa que adquieran conocimientos sin ningún tipo de esfuerzo. Son más receptivos, pero nada más.
– ¿Cuántos superdotados hay en Canarias?
– No se sabe. Se calcula que existe una relación simétrica entre la cantidad de niños con altas capacidades y los que tienen deficiencias. Este supuesto equilibrio forma una campana de Gauss en todas las todas las regiones. De todos modos, no lo podemos confirmar porque no hay un estudio específico sobre la sobredotación en Canarias. Durante mucho tiempo fue un tabú hablar en esta tierra de superdotados. Sin embargo, hay que reconocer que ahora la Consejería de Educación ya ha puesto en marcha pruebas para detectar altas capacidades. Pero hay muchísimos niños que se quedan en el anonimato porque el sistema pone más empeño por ayudar a los que tienen deficiencias, tanto físicas como psíquicas.
– ¿Qué tipo de apoyo especial prestan los centros escolares?
– Para el centro donde estudió mi hijo era más cómodo pasarlo de curso que atender lo que nosotros pedíamos, que era que se hicieran adaptaciones curriculares. Queríamos que se le dejara en su curso, con sus amigos y su ambiente, pero que se le diera una educación adaptada a su ritmo. Pero no lo logramos.
– ¿Cómo se detecta a un niño con más inteligencia?
– Empiezan a hablar y a andar antes que el resto. Manejan un lenguaje tremendamente rico desde pequeños. Mi hijo, por ejemplo, recordaba todas las palabras en inglés que oía, memorizaba las matrículas de los coches, las marcas... Uno se da cuenta de que son niños que captan más que los demás todo lo que les rodea. Además, defienden a ultranza valores como la justicia o la verdad. Obligan a los padres a tener una referencia mucho más consciente de lo que dicen y lo que hacen porque ante una mínima contradicción que cometan, se lo reprochan criticando que se les miente o se les engaña. Tienen un carácter muy fuerte y son muy dominantes.
– ¿Cómo es ser padre de un niño así?
– Para mí es una oportunidad fantástica. Hay que reconocer que en un primer momento genera cierto temor, porque no sabes bien como enfrentar la situación. También implica mucho trabajo porque estos niños tienen un ansia insaciable de sabiduría. Quieren saberlo todo: por qué, cuándo, dónde... Y tienes que estar preparado para responder a esa demanda constante de información. Además, tienes que tener mucha discreción si tienes otros hijos, porque no puedes hacer diferencias entre ellos. Creo que lo importante es mantener la calma. Nuestra asociación se formó con el objetivo de ayudar a los padres para que aprendan a llevar las riendas frente a estas criaturas brillantes, cosa que nos es fácil. Con respecto a los familiares y al entorno social pasa algo curioso y es que en cuanto dices que tienes un hijo con altas capacidades se desata una competencia por ver quien tiene el niño más alto, más guapo, más listo...
– Además de tener una inteligencia superior, ¿son también más sensibles?
– Sí, se dan cuenta de todo. Por ejemplo, juegas de otra manera con un niño con alta capacidad.
– ¿Qué se debe hacer cuando se intuye una capacidad especial en un pequeño ?
– Lo primero que hay que hacer es acudir a un profesional para realizar las pruebas de inteligencia. En esto se ha avanzado mucho y ahora hay una batería de pruebas muy amplia, que permiten conocer en profundidad las capacidades del niño.
– ¿Hay mucho fracaso escolar entre los superdotados?
– Sí, porque el aula no va al ritmo que ellos necesitan y se aburren. Estos niños son auténticos incordios en una clase. Se levantan, se distraen, levantan la mano y hacen preguntas impropias. Y si el profesor no controla bien ese comportamiento puede que se generen situaciones embarazosas para él o que el propio maestro, en su afán por neutralizar la mala conducta del niño, termine por ridiculizarlo delante de la clase. Que eso suceda es muy grave porque lo que se le diga a un niño dentro de un aula marca mucho, más todavía si no tiene unos padres que le apoyen. Además, si el profesor no logra despertar su interés es probable que acabe el curso sin aprobar la mayoría de las asignaturas.
– ¿Son niños se decantan por distintas actividades para ejercitar su talento?
– Sí, hay niños con talento especial para distintas cosas. Pueden tener altas capacidades para las matemáticas, para la lengua, los idiomas, la música, la geografía... Lo que tienen todos, independientemente de que se decanten por una cosa u otra, es esa rapidez mental que los diferencia. Pero esto no implica que tengan expedientes académicos brillantes. Una madre me contó una vez que su hijo no quería estudiar y que ni siquiera había terminado el bachiller, sin embargo sabía cinco idiomas. También hay gente superdotada que no fue al colegio y son unos magníficos fontaneros. Con todo esto lo que quiero explicar es que tener mucha capacidad no implica que siempre ese pequeño vaya a desarrollar con brillantez lo que les gusta. Pueden fracasar igual que cualquiera.
– ¿Los padres suelen cambiarlos de colegio buscando una mejor adaptación?
– Sí, es algo bastante habitual. Los padres solemos buscar centros educativos que se adapten a las capacidades de estos niños. Pero con el tiempo nos damos cuenta de que no es una cuestión de colegios, sino de buscar otros recursos para ayudarlos a desarrollarse plenamente.
– ¿Hay algún centro que dé una respuesta específica ?
No, pero creemos que lo importante es que los profesores traten de forma especial a estos niños especiales. Desde el año 1998 estamos insistiendo en la Consejería de Educación para que se apueste por estas mentes. Son nuestra oportunidad para construir una sociedad más competitiva, pero nadie presta atención a estos cerebros en Canarias. Nosotros teníamos 200 socios y hacíamos actividades de apoyo, pero nos quitaron la subvención hace tres años y ya no podemos hacer nada. Ahora, quienes tienen recursos se van a centros de Navarra o a EE UU.
SANTA CRUZ DE TENERIFE Ana Moro comenzó a trabajar para ayudar a los padres de niños con altas capacidades en 1996, cuando comprobó que su hijo, de 6 años, tenía una mente privilegiada. En ese entonces asegura que "era tabú hablar de superdotados". Desde 1998 preside la Asociación de Padres de Ayuda a Niños Superdotados (Aspans) de la provincia tinerfeña, que centra su actividad en el apoyo a los progenitores y en el desarrollo integral de los niños, tanto a nivel intelectual como afectivo y social. Tenían 200 familias asociadas, pero la suspensión de las subvenciones, hace tres años, ha obligado a cancelar todas sus actividades.
– ¿Está usted de acuerdo con que estos niños adelanten cursos?
– No, no creemos se tenga un efecto positivo. Al separar al niño de su grupo para integrarlo en otro de mayores se le pone una etiqueta que no todos son capaces de superar. Aunque tenga una capacidad intelectual superior, afectivamente está mucho más indefenso.
– ¿Cómo asimilan esos pequeños que son diferentes?
– Es difícil. En la asociación muchos padres nos contaban que sus hijos les prohibían terminantemente que fueran a hablar del tema al colegio por temor a la burla que podían sufrir por parte de los compañeros. Además, muchas veces los centros les ponían unos listones exagerados. El hecho de tener más capacidad no significa que adquieran conocimientos sin ningún tipo de esfuerzo. Son más receptivos, pero nada más.
– ¿Cuántos superdotados hay en Canarias?
– No se sabe. Se calcula que existe una relación simétrica entre la cantidad de niños con altas capacidades y los que tienen deficiencias. Este supuesto equilibrio forma una campana de Gauss en todas las todas las regiones. De todos modos, no lo podemos confirmar porque no hay un estudio específico sobre la sobredotación en Canarias. Durante mucho tiempo fue un tabú hablar en esta tierra de superdotados. Sin embargo, hay que reconocer que ahora la Consejería de Educación ya ha puesto en marcha pruebas para detectar altas capacidades. Pero hay muchísimos niños que se quedan en el anonimato porque el sistema pone más empeño por ayudar a los que tienen deficiencias, tanto físicas como psíquicas.
– ¿Qué tipo de apoyo especial prestan los centros escolares?
– Para el centro donde estudió mi hijo era más cómodo pasarlo de curso que atender lo que nosotros pedíamos, que era que se hicieran adaptaciones curriculares. Queríamos que se le dejara en su curso, con sus amigos y su ambiente, pero que se le diera una educación adaptada a su ritmo. Pero no lo logramos.
– ¿Cómo se detecta a un niño con más inteligencia?
– Empiezan a hablar y a andar antes que el resto. Manejan un lenguaje tremendamente rico desde pequeños. Mi hijo, por ejemplo, recordaba todas las palabras en inglés que oía, memorizaba las matrículas de los coches, las marcas... Uno se da cuenta de que son niños que captan más que los demás todo lo que les rodea. Además, defienden a ultranza valores como la justicia o la verdad. Obligan a los padres a tener una referencia mucho más consciente de lo que dicen y lo que hacen porque ante una mínima contradicción que cometan, se lo reprochan criticando que se les miente o se les engaña. Tienen un carácter muy fuerte y son muy dominantes.
– ¿Cómo es ser padre de un niño así?
– Para mí es una oportunidad fantástica. Hay que reconocer que en un primer momento genera cierto temor, porque no sabes bien como enfrentar la situación. También implica mucho trabajo porque estos niños tienen un ansia insaciable de sabiduría. Quieren saberlo todo: por qué, cuándo, dónde... Y tienes que estar preparado para responder a esa demanda constante de información. Además, tienes que tener mucha discreción si tienes otros hijos, porque no puedes hacer diferencias entre ellos. Creo que lo importante es mantener la calma. Nuestra asociación se formó con el objetivo de ayudar a los padres para que aprendan a llevar las riendas frente a estas criaturas brillantes, cosa que nos es fácil. Con respecto a los familiares y al entorno social pasa algo curioso y es que en cuanto dices que tienes un hijo con altas capacidades se desata una competencia por ver quien tiene el niño más alto, más guapo, más listo...
– Además de tener una inteligencia superior, ¿son también más sensibles?
– Sí, se dan cuenta de todo. Por ejemplo, juegas de otra manera con un niño con alta capacidad.
– ¿Qué se debe hacer cuando se intuye una capacidad especial en un pequeño ?
– Lo primero que hay que hacer es acudir a un profesional para realizar las pruebas de inteligencia. En esto se ha avanzado mucho y ahora hay una batería de pruebas muy amplia, que permiten conocer en profundidad las capacidades del niño.
– ¿Hay mucho fracaso escolar entre los superdotados?
– Sí, porque el aula no va al ritmo que ellos necesitan y se aburren. Estos niños son auténticos incordios en una clase. Se levantan, se distraen, levantan la mano y hacen preguntas impropias. Y si el profesor no controla bien ese comportamiento puede que se generen situaciones embarazosas para él o que el propio maestro, en su afán por neutralizar la mala conducta del niño, termine por ridiculizarlo delante de la clase. Que eso suceda es muy grave porque lo que se le diga a un niño dentro de un aula marca mucho, más todavía si no tiene unos padres que le apoyen. Además, si el profesor no logra despertar su interés es probable que acabe el curso sin aprobar la mayoría de las asignaturas.
– ¿Son niños se decantan por distintas actividades para ejercitar su talento?
– Sí, hay niños con talento especial para distintas cosas. Pueden tener altas capacidades para las matemáticas, para la lengua, los idiomas, la música, la geografía... Lo que tienen todos, independientemente de que se decanten por una cosa u otra, es esa rapidez mental que los diferencia. Pero esto no implica que tengan expedientes académicos brillantes. Una madre me contó una vez que su hijo no quería estudiar y que ni siquiera había terminado el bachiller, sin embargo sabía cinco idiomas. También hay gente superdotada que no fue al colegio y son unos magníficos fontaneros. Con todo esto lo que quiero explicar es que tener mucha capacidad no implica que siempre ese pequeño vaya a desarrollar con brillantez lo que les gusta. Pueden fracasar igual que cualquiera.
– ¿Los padres suelen cambiarlos de colegio buscando una mejor adaptación?
– Sí, es algo bastante habitual. Los padres solemos buscar centros educativos que se adapten a las capacidades de estos niños. Pero con el tiempo nos damos cuenta de que no es una cuestión de colegios, sino de buscar otros recursos para ayudarlos a desarrollarse plenamente.
– ¿Hay algún centro que dé una respuesta específica ?
No, pero creemos que lo importante es que los profesores traten de forma especial a estos niños especiales. Desde el año 1998 estamos insistiendo en la Consejería de Educación para que se apueste por estas mentes. Son nuestra oportunidad para construir una sociedad más competitiva, pero nadie presta atención a estos cerebros en Canarias. Nosotros teníamos 200 socios y hacíamos actividades de apoyo, pero nos quitaron la subvención hace tres años y ya no podemos hacer nada. Ahora, quienes tienen recursos se van a centros de Navarra o a EE UU.
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